El origen de la cocina marroquí se remonta al siglo XIV durante el dominio de las dinastías bereberes. La cocina de los palacios se filtró en la cocina doméstica de los marroquíes.
Los secretos de la gastronomía de Marruecos han sido transmitidos oralmente de generación en generación a través de las dadas. Durante siglos ellas han sido las guardianas de los hogares, las organizadoras de las faenas domésticas, pero sobre todo son las hadas de la cocina, gracias a su creatividad y a su astucia. Son reservadas y solamente cuando se ven disminuida y piensan que van a llegar a su fin, transmiten sus conocimientos milenarios a una de sus hijas con el fin de preservar las costumbres y las tradiciones de cada familia.
La cocina marroquí se distingue por sus aromas y sabores, es un festín exótico para el paladar que se manifiesta en el famoso banquete diffa, donde los talentos de los miembros femeninos de la familia se esmeran en preparar numerosos y deliciosos platillos, que ofrecen en especiales ocasiones, como el retorno del peregrinaje de los fieles provenientes de la Meca.
En estos banquetes los comensales se sientan sobre divanes y las mesas bajas y redondas son cubiertas por platillos, que exponen exquisiteces, antes de que se sirva la famosa bisteeya, una especial empanada de paloma, considerada la más importante entre las creaciones culinarias marroquí.
Luego, siguen los Tajines de carne, pollo y pescado; no faltan tajines dulces a base de fruta y miel y los tajines de cordero con huevos y almendras. Luego siguen dos tipos de cuscús. Se finaliza con té a la menta, que se sirve con una destacada ceremonia.
